En grabado, se llama monotipo a una impresión única, ya que
la matriz no es susceptible de reproducción; o sea, no tiene nada “grabado” con
ácidos ni herramientas, sólo se trabaja con la tinta y variaciones de
materiales, sobre una superficie entintada que luego se estampa por única vez,
cuando la tinta aún está fresca.
Su etimología responde a
uno: (mono) y tipo: (letra, matriz para imprimir).
Se diferencia de las otras
técnicas de arte gráfico, por la más específica y genuina de sus
características: la multiplicidad. Al no haber una matriz que pueda volver a
entintarse de igual manera y reproducirse, se produce la única estampa.
Su invención está atribuida
a Giovanni Benedetto Castiglione (Génova 1609-1665), los primeros
experimentos se suponen realizados por Hercules Seghers (1589-1638), con color
y trabajando a mano algunas de sus ediciones.
Rembrandt también lo usó
como medio de acabado para sus grabados, y William Blake (1757-1827) se
dedicó a ilustrar sus conocidos y hermosos libros, ocultando el procedimiento
que utilizaba.
En el siglo XIX y tuvo
fervientes seguidores: Whistler, Gauguin y sobre todo Degas, que exploró
la frescura e inmediatez de la técnica, contagiando a otros como
Pisarro, Mary Cassat o Tolouse Lautrec.
Otros
artistas de finales del XIX y principios del XX fueron Klee, Bonnard,
Picasso, Matisse, Chagall y más actualmente Jasper Johns o Robert Raushemberg.
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